sábado, 13 de febrero de 2010


El derecho al trabajo decente de las personas con discapacidades.

“Capítulo 3: Medidas para facilitar el trabajo y el empleo”

El derecho al trabajo decente de personas discapacitadas recomendado por la Organización Internacional del Trabajo – OIT -, busca que ellos aseguren, retengan y progresen en empleos adecuados y, en consecuencia, impulsen su integración o reintegración en la sociedad. De ahí que este ensayo se pretenda retomar los acuerdos y la forma de como actualmente se están dando estas oportunidades laborales, reconociendo los aspectos positivos y negativos.

Para empezar el convenio 159 de 1983, invita a las autoridades competentes a proveer y evaluar servicios de orientación, formación profesional, y empleo que sea adecuado y posible, para los discapacitados. Vale resaltar que este convenio fue ratificado en el 2002.

Surge la recomendación 168, donde se plantean una serie de medidas que brinden oportunidades de empleo sin discriminación alguna, como es el caso de eliminar gradualmente barreras físicas o arquitectónicas, trabajos flexibles y sobre todo que se fomente la participación laboral en la vida diaria; para lo cual se hace necesario servicios de empleo que orienten y acompañen el proceso de incorporación al mundo laboral, que incentiven la formación profesional mediante un aprendizaje flexible acorde al nivel de discapacidad, siendo esencial lograr que los empleadores se involucren directamente en este desarrollo, esto se puede dar por provisión de oportunidades de formación y empleo, a través de incentivos financieros y de otra índole. Para que sea una realidad es necesario la creación de programas educativos acordes a las exigencias actuales a nivel de empleabilidad.

Uno de los más frecuentes apoyos financieros es con los empleadores, es la estimulación ante la contratación de trabajadores con discapacidades, se hace con los subsidios salariales para cubrir el déficit en la productividad. Aunque se esta dando esta situación, el discapacitado teme emplearse, porque se ha dado que si se emplea y esta recibiendo pensión por su limitación, pierda el derecho, esto obligó a que algunos países tomasen medidas para garantizar que estas preocupaciones no actúen como un contra-incentivo para las personas con discapacidades al buscar empleo.

Una estrategia de empleabilidad para los discapacitados es brindarles apoyo económico para la creación de su propio negocio, donde se pueden desarrollar propuestas como ser exentas de contribuciones a la seguridad social, lo cual se hace en Italia. Se puede otorgar asistencia financiera a agencias del tercer sector a fin de que apoyen a las personas con discapacidades en la preparación y formación para el empleo.

Un estudio de la Comisión Europea, que examinó las políticas de empleo para personas discapacitadas en 18 países industrializados, no encontró ningún ejemplo donde los sistemas de cuota hubiesen alcanzado sus metas. Reconociendo los argumentos de que los sistemas de cuota producen recursos a partir de multas y gravámenes que pueden ser utilizados para apoyar otras medidas de desarrollo de empleo y que, en algunos casos, pueda no existir suficiente número de personas discapacitadas disponibles para permitir que los empleadores llenen sus cuotas.

En los últimos años se ha desarrollado una práctica de gestión de la discapacidad como medio para facilitar la contratación, el progreso, la conservación del empleo y la reinserción profesional de las personas en condición de discapacidad, para lo cual la OIT adopta en noviembre de 2001, un diseño para orientar a los empleadores de todos los sectores empresariales en la adopción de una estrategia positiva en el gerenciamiento de temas vinculados a la discapacidad en el lugar de trabajo. Dirigiéndose en forma primaria, a los empleadores, el documento señala que “los gobiernos juegan un rol esencial en la creación de un marco de política social y de apoyo legislativo, y en la provisión de incentivos para promover oportunidades de empleo para personas con discapacidades, promoviendo el empleo seguro y saludable, siendo este una de las mejores opciones para que los diferentes países apliquen estas orientaciones para el bienestar de sus ciudadanos y apuntar a una mejor calidad de vida”.

Seria entonces preguntarnos si estas propuestas se están cumpliendo o mas bien que clase de divulgación se esta dando para que la ciudadanía haga cumplir sus derechos. Como docentes, como agentes políticos es un compromiso social orientar, divulgar información que pueda proporcionar una calidad de vida a nuestros estudiantes.

viernes, 12 de febrero de 2010

PERFORMATIVIDAD CORPORAL EN LA ERA CIBERNÉTICA

(Tomado de la conferencia que compartió Román Gubern en el II Encuentro de Verano sobre "Las discapacidades y las TICs" en la Universidad Politécnica de Madrid -julio 5 de 2004-.)



Mi intervención tendrá un pie en la ciencia ficción, será un poco futurista, con una mirada proyectiva hacia este nuevo. Les ruego, pues, que entiendan mis palabras como una proyección imaginativa, pero que va a tratar temas muy relevantes en relación con la cuestión de la performatividad corporal, que aquí nos convoca.

Sé bien lo arriesgado que resulta formular predicciones, que casi siempre se equivocan. Les invito a que ojeen al respecto un estupendo libro acerca de cómo sería el siglo XX, escrito e ilustrado por el francés Albert Robida en 1881. Según su profecía, su siglo futuro, dominado por la tecnología, estaría atiborrado de máquinas de vapor, poleas, correas de transmisión, palancas, globos aerostáticos, etc. Es decir, las predicciones futuristas se hacen casi siempre partiendo del paradigma tecnocientífico contemporáneo y, en la época de Robida, la electricidad no era más que un nombre vago de una energía un poco misteriosa y, desde luego, no existían ni la informática, ni los aviones, ni la radio, y él fue incapaz de imaginarlos. Valga este exordio para situar el alcance de mi intervención, que pretende, sobre todo, estimular vuestra imaginación crítica en el umbral de un nuevo siglo.

La primera premisa que quiero dejar establecida es que la evolución biológica está estancada en los países desarrollados, pues la selección natural, que tan bien describió Darwin, ha sido sustituida por la selección técnica. Antes la gente se moría a los cincuenta o sesenta años de una pulmonía o un ataque de apendicits, pero ahora la medicina ha alargado artificialmente sus vidas hasta los ochenta o noventa años. Los biólogos nos dicen que un niño que nazca ahora en un país desarrollado podría vivir fácilmente más de cien años (otra cuestión distinta es si vale la pena vivir tantos años). Con la revolución biomédica –que acaba de desplegar el mapa del genoma humano, en el que se pueden corregir defectos y actuar de modo preventivo-, nos hallamos ante un futuro de sociedad geróntica, con una pirámide de población totalmente nueva y con problemas tremendos de cara a las estrategias de la seguridad social, como todo el mundo sabe. En nuestra sociedad tecnocientífica estas integraciones anatómicas que llamamos “prótesis corporales” están planteando un nuevo problema de identidad somática. Algunas partes de nuestro cuerpo ya no son de nuestro cuerpo, sino integraciones ajenas, extrañas, y sin antes hablábamos de “miembros fantasmas” para referirnos a los miembros amputados que el paciente sigue sintiendo, habrá que buscar una terminología equivalente para las nuevas prótesis corporales, que hacen que seamos artificialmente lo que no somos naturalmente.

En efecto, primero fueron las gafas, seguidas de las lentillas y ahora la implantación de córneas y cristalinos, los audífonos, las prótesis óseas, las caderas artificiales, las piernas y brazos ortopédicos, las prótesis mamarias, los implantes eréctiles para el pene, el riñón artificial, los marcapasos, el corazón artificial, el pulmón artificial, los implantes de hígado, de médula, de tejido nervioso, etc. No hace mucho he leído que se ha implantado a una paciente norteamericana paralítica un electrodo en el cerebro para que pueda tener orgasmos a voluntad, sin interacción sexual ni prácticas autoeróticas, simplemente apretando un botón situado cerca de su mano en la silla de ruedas (El País, 8 de febrero de 2001). Bueno, ya ven cuál es el panorama de lo que estamos denominando “hombre biónico”, mitad ser humano y mitad robot. Incluso una revista tan seria como Sciencepublicó en febrero de 2002 un número monográfico dedicado a este tema. ¿Podemos seguir afirmando que su cuerpo es verdaderamente suyo? ¿Qué sentimiento de identidad corporal pueden vivenciarse en casos tan extremos?

Es menester balizar este territorio teórico, además, porque la evolución técnica, a diferencia de la evolución biológica, tiene un comportamiento acumulativo lamarckiano, pues los inventos, una vez inventados, ya no se desinventan (como ocurre con la temida bomba atómica) y se incorporan de modo definitivo a nuestro ecosistema cultural. En los años sesenta Marshall McLuhan se refirió a los medios de transporte y de comunicación como prolongación de las facultades humanas. La rueda prolongó o potenció la función de nuestras piernas, las armas cortantes como el cuchillo o el hacha nuestras uñas y nuestros dientes, el telescopio alargó nuestro ojo, la radio potenció nuestra voz, la televisión nos permitió ver a distancia, etc. Pues bien, ahora no estamos ante “prolongaciones” del cuerpo humano, sino ante algo nuevo, ante “delegaciones” externas de facultades, a modo de prótesis electrónicas. Por ejemplo, las cámaras de videovigilancia de los bancos o almacenes se constituyen en “visión sin sujeto”, sin terminal humano, una visión autónoma y programada, a la que se le puede pedir, por ejemplo, que si ve determinada cosa (fuego, por ejemplo) dispare un sistema de alarma. Ya no estamos ante una prolongación de una facultad humana, sino de una suplantación o, si se quiere usar un término más amable, de una delegación de facultades. Y lo mismo podría decirse de la delegación de nuestra memoria en los ordenadores. Ustedes saben que Platón, en Fedro, señaló el daño que causaría el invento de la escritura porque, razonaba, finándose de ella los hombres no recordarán por si mismos y delegarán su información a un soporte, fomentando su desmemoria. Pues bien, creo que algo de esto empieza a pasar en nuestros colegios de la era informática, en los que se está subestimando la importancia de la memoria personal, olvidando que aprender es comprender y retener.

Con el proyecto de Inteligencia Artificial también se supone que esta facultad podrá delegarse en las máquinas y toda la barahunda mediática que levantó la derrota de Gary Kasparov, en febrero de 1996, frente a Deep Blue, demuestra que la cuestión no es baladí. Es cierto que en Deep Blue estaba depositada la suma de facultades intelectuales del colectivo de ingenieros que lo diseñó, pero se trataba de una inteligencia despersonalizada, sin soporte personal y humano. Deep Blue podía calcular hasta doscientos millones de jugadas por segundo, lo que significaba que podía prever todas las combinaciones en el tablero con una antelación de siete u ocho jugadas, mientras que Kasparov sólo podía anticipar tres. Y si bien es cierto que en Deep Blue estaba depositada la inteligencia operativa de sus diseñadores humanos, su inteligencia despersonalizada y autónoma hizo que Kasparov asegurara luego que, en la quinta jugada, el ordenador no había efectuado solamente un cálculo, sino que había pensado en términos de estrategia.

En definitiva, la identidad personal se forja a partir de un capital genético expulsado del útero materno, al que se le sobreañade una interacción con el medio ambiente y una educación. Pero ahora sabemos que el capital biológico es manipulable, pudiendo modificarse el carácter, las facultades, la conducta... No sólo es manipulable a través del genoma, sino mediante los psicofármacos, cuya última generación se anuncia con efectos potentísimos y sofisticados. Y, por supuesto, la educación y la cultura son por definición factores modelizantes de la personalidad y ahora leemos que se están ensayando nuevas formas de educación (o de programación psicológica) durante el sueño, sin que seamos conscientes de su acción. En una palabra, las interacciones con el medio cultural son siempre manipulativas o, si se quiere emplear una palabra más amable, estructurantes. El entorno, actuando sobre el capital biológico, configura nuestra identidad y, lo que es más importante, el sentimiento y la vivencia de nuestra identidad.

Estamos creando nuevas relaciones hombre-máquina, antes desconocidas. En 1950 el británico Alan Turing propuso lo que hoy se llama el Test de Turing, para verificar si una máquina podía considerarse inteligente. Propuso Turing que cuando las respuestas de una máquina a un interlocutor humano que no la viese, no le permitiesen discernir si se trataba de una máquina o de un ser humano, su inteligencia sería de facto como la humana y habría que afirmar que la máquina era inteligente. Se trataba de una conclusión muy coherente con la corriente conductista que dominaba entonces los estudios de psicología y que contemplaba a los organismos como cajas negras que eran juzgadas únicamente por sus respuestas observables a la acción de un estímulo. Pero, paradojas de la psicología, la investigación ulterior estaría obligada a concentrarse, inevitablemente, en indagar los procesos del funcionamiento mental, buceando en las interioridades de la caja negra conductista, para copiar sus procesos de funcionamiento –asociaciones, inferencias, generalizaciones, deducciones, etc.- y producir con ello modelos análogos de Inteligencia Artificial. De modo que resultaría una paradoja que los supuestos simplificadores del estímulo-respuesta conductista condujeran, necesariamente, a hurgar luego en las interioridades de su misteriosa caja negra, para copiarlas, y liquidaran con ello la frialdad mecanicista del modelo conductista y potenciaran en cambio el desarrollo de su enfoque científico antagonista, la psicología cognitiva, que hoy reina como disciplina prioritaria en la comunidad científica.

El mayor reto y ambición de la Inteligencia Artificial reside en la capacidad de aprender de la máquina –están empezando a hacerlo-, pues con el aprendizaje la máquina se humaniza, comenzando a asemejarse a una especie de inteligencia extracorporal. Creo que uno de sus grandes retos en este proceso de humanización reside en la formalización de los procesos de creatividad mediante modelos matemáticos. Me refiero a la creatividad tanto estética como científica, para generar lo que en los años sesenta se llamo productive thinking. En aquellos años algunos pensadores, como Max Bense y Abraham Moles, llevaron a cabo interesantes esfuerzos para buscar modelos matemáticos y cuantitativos en el campo de la estética. Puesto que la originalidad puede medirse como improbabilidad estadística, la creatividad estética era remitida al cálculo de probabilidades, con resultados discutibles. En la actualidad, la investigación científica más prometedora en este campo es la neuroestética, fruto de los espectaculares avances de las neurociencias en los últimos años, tratando de localizar los modelos perceptivos y formales que producen una mayor gratificación en la corteza cerebral. Estamos empezando, pero el camino parece prometedor y tiende a converger, no sorprendentemente, con las propuestas de modelos perceptivos que formuló en Alemania la escuela de la Gestalt en los años veinte.

Otro campo en el que se está trabajando es en el del envío de señales desde el cerebro al ordenador, mediante conexiones directas, suministrándole órdenes, modelos de raciocinio, etc. Los expertos nos dicen que esta propuesta será realidad hacia el año 2020.

En esta exploración futurista comparece naturalmente el robot, que es nuestro “Otro” automatizado, mediante la informática que le proporciona su inteligencia y la mecánica, que actúa como soporte estructural para su acción física. El robot se ha convertido en un mito antropomorfo muy frecuentado por la ciencia-ficción y lo hemos visto comparecer en películas como Metrópolis, Planeta prohibido o la saga de La guerra de las galaxias. Se le ha presentado siempre como un objeto/sujeto antropomorfo, para inquietarnos con el enigma de su identidad semihumana, cuando en realidad el robot no tiene porque revestir aspecto antropomorfo. Si sus partes deben ser diseñadas para optimizar sus funciones, las piernas serán casi siempre sustituidas con ventaja por cadenas, cintas o ruedas; sus brazos podrían ser tubos de succión, por ejemplo; en vez de boca debería llevar un enchufe de alimentación eléctrica; sus dos ojos podrían ser más funcionales con un equipo de rayos X o ultravioletas, etc. Pero el mito antropomorfo sigue pesando mucho en la imaginación popular y el último robot de la NASA, el sofisticado Robonaut con 150 sensores, fue presentado a la prensa por los expertos diciendo que “se puede rascar la espalda mejor que una persona” (El Mundo, 6 de agosto de 2000). ¿Para qué diablos necesita un robot rascarse la espalda?.

El robot fue un invento de la imaginación literaria del checo Karel Capek, en su drama teatral frantacientífico R.U.R. (1921), en el que los robots, como el monstruo de Frankenstein, se acababan rebelando contra sus creadores humanos. La sublevación de los robots se produce porque llegan a ser capaces de tener sentimientos y esto se explica, en la obra, porque el doctor Gall decide ensayar con ellos un incremento de su nivel de irritabilidad o excitabilidad, con lo que el robot pasa a ser un sujeto de sensaciones. Y este nuevo nivel de sensibilidad de sus respuestas le faculta para las emociones (de odio prometeico hacia su creador), pero estas últimas abren también la puerta de los sentimientos (de afecto y de aversión), convertidas en motivaciones.

Tal vez pensando en los personajes de R.U.R. la profesora Rosalind Picard, del Instituto Tecnológico de Massachussets, ha empezado a desarrollar un proyecto que pretende “humanizar” nuestras máquinas, creando “ordenadores emocionales” (affective computing, es la expresión que utiliza). Ha previsto cuatro etapas o fases en su proyecto, desde la más simple a la más compleja. La primera consiste en crear máquinas que reconozcan las emociones de su usuario, a través de sus respuestas fisiológicas, lo que no es difícil. La segunda, crear máquinas que expresen emociones, debidas a sus disfunciones (sobrecalentamiento, exceso de información, memoria sobrecargada, etc.). La tercera, la creación de máquinas que tengan emociones, como el robot que padezca miedo ante una situación de alto riesgo, que le haga retirarse y salve con ello la integridad de su equipo. Y, por último, y ya francamente utópico, crear máquinas dotadas de inteligencia artificial. Al considerar el carácter quimérico del tercer estadio se llega a la conclusión de que es más fácil producir una máquina pensante (metáfora del uso correcto de unas reglas lógicas) que una máquina deseante (es decir, activada por emociones). Si se tiene en cuenta que los deseos activan los fines de las conductas y las motivan, parece obvio que la máquina no puede ser un sujeto deseante. De modo que las emociones y los deseos constituyen la frontera final entre el hombre y la máquina. Y habida cuenta de que la máquina carece de un sistema hormonal, estamos lejos de poder señalizar el interfaz hombre máquina, para hacer que el eros nos conduzca al logos. Pero el paso siguiente en el intento de humanización de la máquina consistirá en un endoesqueleto electrónico con biosensores periféricos, al que mediante un sistema de gratificaciones y castigos se le intentará dotar de un simulacro de conciencia.

El itinerario de la doctora Picard es, en definitiva, concordante con los trabajos que se están llevando desde los años sesenta para crear cyborgs (cybernetic organisms), o máquinas orgánicas, tecno-cuerpos construidos con neuro-chips (con células vivas implantadas en un chip) y bio-sensores, capaces de crear nuevas redes nerviosas artificiales (los expertos consideran especialmente aptas, en este aspecto, las neuronas de sanguijuela). Se está trabajando desde hace años en ello para ayudar, por ejemplo, a paralíticos, haciendo que sus miembros puedan activarse mediante la amplificación eléctrica de sus señales cerebrales.

Con todo esto estamos en la antesala de los replicantes que nos presentó Blade Runner, el estimulante film de Ridley Scott, que carecen de memoria personal y de emociones, lo que mutila su identidad. Pero ahora sabemos que nuestras memorias personales pueden ser transferidas a las máquinas, de modo que nuestras memorias podrán sobrevivir a nuestros cuerpos. También hemos visto la implantación de “falsas memorias” en Blade Runner –lo que “humaniza” a los replicantes- y en Desafío total, en donde a un personaje se le implanta una memoria de unas vacaciones que nunca efectuó. Puede ser una solución perfecta para resolver las depresiones sentimentales cuando una amante nos abandona, porque la podemos reemplazar mentalmente por otra. En Blade Runner se propone que si se proporciona artificialmente a los replicantes la memoria artificial de un pasado (es decir, una memoria personalizada), se les suministra un cojín sobre el que pueden erigir un mundo emocional. Ello plantea crudamente el problema de la identidad, porque cuando un replicante es tan perfecto y tan parecido al humano, empezamos a dudar si nosotros somos realmente seres humanos o somos replicantes. Un ensayo sugerente lo proporcionó el Robocop ideado por Paul Verhoeven en 1987, con cabeza humana y cuerpo mecánico, pues demostró poseer vivencias subconscientes, procedentes del pasado humano de su cerebro, antes del accidente que le dejó sin cuerpo.

La contaminación de la realidad por la fantasía científica llega a ser tan grande y tan actual que Rodney Brooks, director del departamento de Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachussets, afirma que, en el futuro, “las criaturas artificiales tendrán, como las personas, derechos y responsabilidades” (El País, 18 de junio de 2002). Así se desemboca en los robots de Isaac Asimov, regulados por ciertas leyes que impidan dañar a los seres humanos, sus creadores, conjurando la aparición del “complejo de Frankenstein”.

La identidad humana no sólo se basa en una conciencia corporal individualizada y diferenciada, sino también en una pertenencia cultural y territorial. Pero la informática nos ha proporcionado también un ciberespacio sensorial llamado Realidad Virtual Inmersiva (RVI), que nos brinda nuevos espacios ilusorios, espacios virtuales o ciberterritorios hiperrealistas que se constituyen en el País de Ninguna Parte, para nuestro goce visual, táctil y cinestésico. En la RVI el paisaje es ilusorio porque está en realidad en las pantallas del casco-ventana que porta el usuario del sistema. Esta inmersión virtual puede resolver muchos problemas en la era de las grandes aglomeraciones urbanas, empujándonos hacia praderas, playas o sabanas virtuales, solitarias y no contaminadas. Pero esta nueva topografía ilusoria que está naciendo puede poner también en peligro nuestros conceptos de pertenencia territorial o tribal, nuestro sentido del habitat y nuestro ideal de patria, sustituidos por los paraísos artificiales de los que nos habló Baudelaire, pero ahora de producción informática. La nueva territorialidad virtual converge así con las prótesis somáticas que hemos comentado para poner en crisis la identidad de los ciudadanos de la futura sociedad hipertecnificada.


DISCAPACIDAD MOTORA Y SU ACCESO A LA TECNOLOGÍA

El movimiento corporal humano, es una función que proporciona el desarrollo de capacidades y habilidades necesarias para realizar las actividades básicas cotidianas, para interactuar con el medio, para generar experiencias, para adquirir cierto grado de independencia e integración en diversos espacios. Lo que no significa que una persona limitada en el movimiento, no pueda llevar su vida en plenitud.

Por lo que es destacar numerosas alternativas que permiten a las personas con discapacidad motora una integración educativa y social, tal es el caso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación – TIC – que posee diversas opciones dependiendo el grado de discapacidad como lo son los sistemas aumentativos y alternativos de comunicación – SAAC – que con su implementación puede brindar un incremento en la autoestima y autonomía a través de situaciones comunicativas, estructuradas y dinámicas, donde el estudiante en primera instancia logre acceder a la construcción de la comunicación y al desarrollo de un lenguaje.

Algunas adaptaciones pueden ser: - Lectores de pantalla: permite escuchar el texto de las páginas Web por medio de un sintetizador de voz - Amplificadores de pantalla: aumentan el tamaño de distintas partes de la pantalla del computador - Teclados alternativos: ofrecen teclas de diferentes tamaños, se pueden conectar a un simulador de ratón - Teclados en pantalla: permite introducir texto y seleccionar botones que emulan las funciones del menú desde el monitor - Reconocimiento de voz: el usuario habla por un micrófono para utilizar las distintas aplicaciones del software, navegar por Internet o introducir texto - Mouse adaptado según las capacidades motoras de los niños.

Que los hardware y software en el ordenador nos permitan brindarles un acercamiento al mundo, al conocimiento no quiere decir que son suficientes adaptaciones para ellos, dificultades tan graves como el espacio donde esta el ordenador, este puede tener todo lo último en tecnología pero si el espacio donde se encuentra no esta adaptado se puede inferir, que no hay nada. Por lo tanto, aquellas personas y/o docentes encargadas de mediar entre la tecnología y la persona discapacitada deben prever esta clase de barreras, deben estar en la capacidad de brindarles suficientes alternativas, medios para garantizar que su estado no sea un obstáculo.

Un docente que este en la capacidad de implementar adaptaciones sencillas realizadas con presupuestos bajos que puedan ser utilizados tanto en el hogar como en las aulas, ya que si bien no contamos con grandes ayudas tecnológicas, si podemos implementar en nuestra labor como docentes pequeñas adaptaciones basadas en las necesidades particulares de cada uno de nuestros alumnos y sus sistemas de comunicación por mas rudimentarios que parezcan.

Por lo anterior, es necesario que los docentes tengan las suficientes herramientas para la atención a la diversidad, esto quiere decir que deben estar en constante capacitación, porque no solo es labor de nosotros como educadores especiales, sino que es necesario un trabajo conjunto, cooperativo, que no piense en la competitividad, mas bien en la calidad de educación que le vamos brindar a nuestro estudiantes, al futuro de nuestro país.

LA LECTO- ESCRITURA Y LAS PERSONAS SORDAS

El aprendizaje de la lecto escritura, lo considero una de las adquisiciones más importantes del ser humano, porque nos permite acceder al conocimiento del mundo que nos rodea y al mundo que transcurrió, es decir, nuestro pasado, el cual nos identifica y nos marca de generación en generación. Por lo que es fundamental que una persona tenga acceso a ella para situarse en la realidad que le alberga.

Para las personas con discapacidad auditiva la lecto-escritura seria una alternativa de comunicación con los oyentes y un acceso a sus prácticas sociales, lo que les posibilitaría una integración en estas.

La enseñanza de la lengua escrita para los Sordos debe contemplar un factor fundamental, como lo es la consolidación de una primera lengua, en este caso, seria la Lengua de Señas Colombiana – LSC - la cual brindaría la posibilidad de interactuar, cuestionar, indagar y reflexionar sobre sí mismo y sobre su entorno. También es necesario ciertas particularidades como reconocer la lecto-escritura como segunda lengua, esta no debe ser enseñada como a los oyentes y no debe ser una representación del oralismo.

Igualmente el proceso de enseñanza debe estar encaminado a motivar y sensibilizar a los estudiaste ante la importancia del aprendizaje de la lengua escrita, como complemento de su primera lengua, ante un maestro competente en esta. “Para ello, nosotros como maestros debemos garantizar a los estudiantes ambientes significativos y de sensibilización que los motiven en el acercamiento y aprendizaje de la lengua escrita comprendiendo que si bien la LSC y la lengua escrita varían en su funcionamiento y organización gramatical, son igualmente válidas para una comunicación clara y precisa” (CÁRDENAS, 2002). Aparte de esto se podrán acercar a diferentes saberes y formas de pensar, que permitirán el desarrollo a nivel personal e intelectual.

Considero de igual importancia el aprendizaje de la dos lenguas para una persona Sorda, porque le será más fácil el desenvolvimiento en su entorno adquiriendo independencia para explorar todo lo que desee sin necesidad de depender de alguien más para vivir su propia vida, en la intimidad que desee y ante la dirección que crea necesaria deba tomar, solo así podrá lograr su autonomía y sentirse dueño de su existencia.

Lastimosamente la realidad es que la adquisición de la lengua escrita esta siendo enseñada tardíamente porque los alumnos ingresan a la escuela en edades avanzadas sin conocimientos o muy poco de la lengua de señas, lo que a lenta el proceso de enseñanza de los demás saberes fundamentales para garantizar una educación integral. Por ende se convierte en un reto para los docentes esta clase de situaciones, al esperar la adquisición competente de ésta para poder iniciar el proceso de la enseñanza de la lecto-escritura.

Es de pensarnos entonces como educadores y preguntarnos ¿qué tan competentes somos para lo que nos comprometemos a enseñar?

BIBLIOGRAFÍA

CÁRDENAS P. María A. (2002) “UN ENFOQUE PARA EL DESARROLLO DE LA HABILIDAD LECTORA EN CASTELLANO A NIÑOS SORDOS”. Instituto Nacional Para Sordos- INSOR- Bogotá (Colombia).

jueves, 11 de febrero de 2010

LA REALIDAD DE LA DISCAPACIDAD VISUAL

"Hasta el momento en que el niño ciego alcanza la libertad de explorar su mundo, tiene muy pocas posibilidades de aprender de él".
Selma Fraiberg

Una de las principales dificultades evidenciadas en los alumnos con discapacidad visual es la carencia en la estimulación temprana, siendo esta de vital importancia para la elaboración mental de su realidad, de su mundo e interiorizar estímulos que le aporten experiencias significativas y así reemplazar los que no puede recibir visualmente. Por lo tanto, es necesario enriquecer los primeros años de vida de los niños ya que son estos los que definen el desarrollo de habilidades a nivel físico, cognitivo, social.
Pero como la realidad en nuestro país es otra, donde no se le ha dado prioridad a esta clase de educación (estimulación temprana), es necesario entonces apoyarnos como docentes en herramientas que proporcionen no los mismos estímulos pero si otros que por lo menos puedan servir para el desarrollo de posteriores habilidades que sirvan para el desempeño en sus vidas, en la sociedad, una sociedad implacable que desconoce de esta clase de realidades o parece olvidarlo.
Desde aquí, es de donde surge todos aquellos medios para garantizar en el aula el aprendizaje, como los materiales tiflológicos (regleta, punzón, máquina Perkins, bastón) y los medios tiglotecnológicos (tecnologías electrónicas - Hardware y software -) que entran a hacer parte de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación – TIC -
Afortunadamente para la discapacidad visual ha habido un mayor impacto en adaptaciones de las TIC, por ejemplo como la ONCE que por medio del Centro de Investigación, Desarrollo y Aplicación Tiflotécnica – CIDAT - se ha encargado en los últimos 10 años en desarrollar competencias en cuanto a los medios tiglotecnológicos en áreas como (http://cidat.once.es/2-2-2007): -Investigación y desarrollo – Evaluación – Formación de Profesionales - Asesoramiento – Producción – Distribución y comercialización – Mantenimiento y preparación – Atención al usuario, para garantizar a los afiliados de la ONCE un desarrollo integral y un mejoramiento en la calidad de vida. Con gran éxito han impulsado y potencializado el desarrollo de estas áreas, lo cual, ha garantizado que a nivel educativo se pueda acceder tecnológicamente a programas que faciliten el proceso de enseñanza y aprendizaje e implementarlo como un recurso didáctico rico en diversos estímulos como los táctiles y auditivos, entre otros.
La dificultad no esta en los contenidos sino en los medios para adquirir el aprendizaje, lo que nos lleva como docentes a utilizar todas aquellas herramientas que faciliten a nuestros estudiantes el acceso a la información teniendo en cuenta sus particularidades.

jueves, 4 de febrero de 2010